Poco para nosotros es mucho para Burundi y poco para Burundi es mucho para nosotros.

Este pasado mes de abril hemos conseguido hacer realidad un proyecto que hasta hace bien poco habría resultado impensable. Y es que, después de casi un año de mucho trabajo, finalmente hemos podido llevar a cabo nuestra primera campaña quirúrgica en Burundi.

Cuando nos planteamos el proyecto, sabíamos que iba a ser complejo, muy complejo. Y por eso decidimos ir con pies de plomo y empezar con un proyecto piloto que no se nos fuera de las manos. Para ello, el primer paso fue inventariar y recopilar todas las medicinas y el material quirúrgico necesarios para llevar el proyecto a cabo: una pequeña parte la compramos en Ngozi, otra en Bujumbura y una gran parte la conseguimos en España. En paralelo, lanzamos una recaudación de fondos que fue todo un éxito para poder afrontar todos los gastos del proyecto: desplazamientos de los pacientes, estancia en el hospital, compra del material médico y medicinas, etc. Y, por último, empezamos a trabajar con el Hospital de Ngozi, donde se desarrollaría la campaña quirúrgica, para organizar conjuntamente el proyecto de forma que todo quedara bien atado.

Pero al llegar a Burundi, como siempre pasa, todo cambió rápidamente. Tuvimos que olvidarnos un poco de nuestra nuestra planificación previa, nuestros tiempos… y sumergirnos en la realidad corazón de África. El resumen: nuestro pequeño proyecto piloto rápidamente se convirtió en una lista de 280 personas llamando a nuestra puerta para que pudiéramos operarles. La mayoría, casos muy complicados venidos de todo Burundi: tumores, úlceras, quemaduras, secuelas de accidentes graves…

Pero si algo nos gusta en ASU son los retos, así que nos pusimos manos a la obra. Para ello, lo primero que hicimos fue llevar a cabo un importante cribado para seleccionar los casos en los que más podíamos ayudar, y una vez lo terminamos, nos lanzamos a la aventura sin perder ni un minuto. Han sido muchas operaciones, muchos días de quirófano de sol a sol, con muchísimas dificultades: diferencias de idioma y cultura, falta de equipamiento, el reto de trabajar en equipo y formar al personal local del hospital para que puedan seguir operando el resto del año… En resumen, días increíbles con muchas emociones: alegría y cansancio, felicidad y consuelo, sonrisas y lágrimas, discusiones y abrazos… 

Sin duda, todo el esfuerzo ha merecido la pena. Además de toda la formación y el conocimiento médico que se queda en Burundi y que permitirá mejorar mucho las cosas de ahora en adelante, pudimos llevar a cabo 65 intervenciones. Son 65 personas, 65 historias, 65 vidas cambiadas… Pero en el fondo, los números dan igual. Y es que por cada una de esas vidas habría merecido la pena el proyecto.

Nada de esto habría sido posible sin el empeño y la valentía de nuestro equipo médico. Hacer una campaña quirúrgica de este tipo en un país como Burundi es difícil de por sí, pero ser los primeros requiere además de muchas más ganas, trabajo, ilusión y empeñarse en darlo todo por ayudar a los demás pese a todas las dificultades. Por eso queremos agradecerles cada momento. Gracias al Dr. César Casado, el capitán del barco, cirujano incansable de sol a sol, y que necesitó una sola cirugía para dejar a todos los burundeses con la boca abierta, aunque todavía tenga que mejorar su gusto a la hora de elegir pizzas. Al Dr. Luis Díaz, increíble cirujano plástico y persona, capaz de repartir paz a todo el equipo incluso en los momentos más complicados. A la Dra. Estefanía Fernández, azote de los policías de aduanas y cirujanos burundeses a la vez que repartidora oficial de Chupa Chups / flautista de Hamelín de Ngozi. A Noelia Arenas, líder en la organización del quirófano para poner a todos firmes, pero también líder en la cerveza nocturna de rigor para reponer fuerzas y afrontar un nuevo día en el frente. A Gloria Thous, compradora número 1 de sambosas y trabajadora incansable que resistió y venció a cada microbio de Burundi.

Además, todo esto ha sido posible gracias a nuestra contraparte local en terreno ASEDR, a la inestimable colaboración de todo el personal médico del Hospital de Ngozi, a todos los pacientes que pusieron sus vidas en nuestras manos, y a Inma Gómez, Patri Sendagorta, Manolo Conde, Cris Antolín, Juan Prado, Amidou Nshimirimana & Bobi, que nos acompañaron y apoyaron durante esta gran aventura en Burundi. Sin cada uno de ellos este proyecto no habría sido el mismo y por eso solo podemos deciros gracias de corazón.

Y por último pero no por ello menos importante, no podemos dejar de agradecer también a todos los socios, amigos y familia de ASU y del equipo sanitario, por su apoyo y por confiar en nosotros para ayudar a personas desconocidas en un lugar desconocido. Porque poco para nosotros es mucho para Burundi y poco para Burundi es mucho para nosotros.

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