M: ¿Sister, en qué puedo ayudar? ¿Qué hago?
S: Small things with great love.
Las hermanas Misioneras de la Caridad es una congregación religiosa que fundó santa Teresa de Calcuta en 1950 para cuidar a los más pobres de entre los pobres. Aunque comenzó en la India, pronto se extendió al resto del mundo y hoy está presente en 132 países. En cada casa de cada país las sisters viven, en comunidad, en la mayor pobreza. Desprendidas de todo lo material, visten un sari blanco con franjas azules, vestimenta clásica de las mujeres pobres de la India, que, junto a sus sandalias, un crucifijo y un par de cosas más es todo lo que tienen. Sin embargo, no necesitan más. Derrochan una felicidad desbordante y con plena confianza en Dios viven de la providencia.
ASU, desde su comienzo ha mantenido una estrecha relación con las Misioneras de la Caridad. Hemos tenido la inmensa suerte de trabajar con ellas en la India, Burundi, Nicaragua y Madrid y cada vez nos hemos quedado maravillados por la inmensa felicidad y paz que se respira en sus casas. Me cuesta encontrar las palabras para describirlo.
Según el país y sus circunstancias las actividades de la casa son distintas, pero en todas se vive de la misma forma. Su motor diario es la oración y la entrega: “Dar hasta que duela y cuando duela, dar todavía más”. La entrega más pura y desinteresada que jamás he conocido. En su servicio diario a los más pobres, dan de comer al que no tiene comida y no tiene medios para conseguirla, cuidan de niños cuyas familias no se pueden hacer cargo, luchan contra la desnutrición, cuidan de los enfermos que nadie quiere cuidar etc.…No podría resumir en un post todo lo que hacen en su día a día, pero os animo vivamente a acercaros un día a sus casas e involucraros.
Si, sé que involucrarse es salir de nuestra comodidad y cuesta, pero el esfuerzo merecerá la pena. Siempre recordaré las grandes lecciones de vida que me dieron sin darse cuenta. Llegué a Burundi con mis ideas de primer mundo, con grandes ansias de ayudar, hacer cosas grandes, ver su resultado con esa inmediatez y rapidez que caracteriza el ritmo de nuestras vidas. Y me choqué. Allí el ritmo es otro. No hay grandes planes, se vive el día a día. No sabemos si nos veremos mañana. Ellas añadían siempre a mi “Hasta mañana” un “si Dios quiere”. No hay grandes proyectos o sueños, hay entrega diaria. No hay listas de cosas que hacer corriendo, hay búsqueda del amor más grande entregado en las cosas pequeñas del día.
Hay respuestas que descolocan: Small things with great love.
Abrazo fuerte,